Antes de ir a la narración que explica una de las fases de la génesis del proyecto Relieve, hay que decir que el tipo de letras y signos gramaticales que elegimos para la imagen corporativa es tan importante como el logo y los colores e imágenes fotográficas o el contenido literario de la web y de los eslóganes de la campaña publicitaria que hará visibles los productos que se exponen y venden en la tienda online o en locales tradicionales.
Tras esa premisa (que es también una aclaración, para lograr el objetivo de tener una tipografía que estará asociada durante años o décadas a una marca) existe todo un proceso industrial y creativo que consiste en hacer preguntas, analizar todo el briefing en el que se ha recopilado la información necesaria que excede lo relevante, las formas y líneas de las palabras. Una vez recorrido todo ese nivel, hay que ir al siguiente y, al abrir la puerta, está la selección de las cinco tipografías candidatas entre todas las que se han descartado. A continuación, se repite el proceso selectivo, hasta que quede una tipografía que será la que el público relacione con cualquier aspecto de la compañía.
En nuestro caso, el proceso de selección duraría una semana. Para el logotipo y el letrero de la web debían cumplir requisitos similares a los del logo (tanto estéticos como simbólicos). Sería un proceso que nos llevó sus horas, aunque partíamos de un punto de referencia del que surgirían las soluciones que buscábamos: el logo. El primero de los requisitos que había de cumplir la tipografía era que presentara el mismo grosor que las líneas del laberinto y la misma longitud que la base del cuadrado, para preservar así las proporciones y simetría de esa figura geométrica que era el logo de Relieve.
Corbel Light sería la tipografía que encajaba a la perfección cuando la vimos interactuar con este. En muchos sentidos, era un reflejo de lo que oculta el laberinto o una extensión estructural del propio logo. A partir de ahí, que cada observador interprete con lo que perciba y saque sus conclusiones. El siguiente problema que la naturaleza y el contexto de la web nos habían planteado era la tipografía del letrero de la página. Y llegamos a la conclusión de que debía ser la misma que habíamos elegido para el logo: Corbel Light.
Ya teníamos resuelto el problema planteado. O eso creíamos, porque nos dimos cuenta de que, al ser tan finos los trazos, la tipografía solo podía tener un rasgo único y, para solucionar esa sencillez visual y estética, encontramos una solución radical que requeriría el trabajo de un artesano. Y ese factor diferencial consistía en que las letras sufrieran unos cortes transversales y en horizontal. Tras un mes de trabajo, por todas las dificultades que surgieron, logramos que el letrero de la web tuviera una categoría de exclusividad. Hay que decir que, aunque la técnica y el resultado no sean novedosos, gracias a esa operación tan invasiva que realizamos en unas letras ya creadas por otro diseñador gráfico, logramos los resultados deseados: la apariencia de que son fragmentos de otro laberinto formado con letras. Una consecuencia final que va más allá de lo estético y funcional.
Matthew Evans, diseñador gráfico.
Sevilla, 25 de abril de 2022