Nuestra editorial surgió de un encuentro casual en el que conocí a Rowland y que transformó nuestras vidas para siempre. El resumen de esa tarde ya lejana y entrañable lo expresaría y expreso en una sola frase: Antes de despedirnos la primera vez que lo vi, hace diez años, cinco meses y siete días; al cerrar los ojos durante un instante, tuve una premonición que se componía de borrosos y nítidos fotogramas de un futuro que ahora es el presente. Sonrío, es cierto. Antes, serían lágrimas, desesperación y un complejísimo trabajo que ha sido posible gracias a un equipo extraordinario con el que siempre estaré en deuda por sus apoyos, consejos y aportaciones.
Volviendo al pasado, ya se pueden imaginar la conversación que tuve; y el lugar, una cafetería en la que nos reuníamos para hablar de Literatura y Arte. Ahí estaba Rowland: joven, inocente, letal e inquieto. Un animal asustado y herido que ocultaba algunos rasgos de su rostro a través de la penumbra que había sido esbozada con la luz débil y eléctrica de las lámparas antiguas. El exterior de mi cuerpo expresaba una calma aparente y, en el interior, un corazón inquieto bombeaba sangre a un cerebro que aún se pregunta sobre la existencia de Rowland. Ante mis dudas, algunas silenciosas y otras no; y antes de que esa zona oscura de la razón se iluminara, me dije que abriría una editorial, y así ocurrió.
Aunque tuvieron que pasar muchas horas e inviernos, pude comprobar la evolución literaria de Rowland, y que aquella visión no sería un efecto ilusorio. También tengo que admitir que el propio azar o los dioses dispusieron un contexto favorable para que pudiera ejecutar mis planes “maquiavélicos”; ya que, al ser él una criatura carente de ambiciones y vanidades (lo único que le interesaba era aprender y escribir sus textos literarios), no había publicado con ninguna editorial. De no haberse cumplido esa condición, no existiría Relieve.
Y en los primeros días del año 2017, mi propuesta de abrir una editorial y trabajar juntos en sus textos para su posterior publicación le sorprendió tanto que miraría a su alrededor intranquilo. Sería una confesión aceptable y que no podía creerse. Al final, llegamos a un acuerdo financiero que ha durado hasta nuestros días, mientras él escribía sus cuentos infantiles, novelas, ensayos, poemarios, cartas íntimas y relatos. Alguien con la calidad y el volumen de esos escritos de géneros literarios tan variados no es muy común; y ahí estaba yo, escribiendo las primeras páginas invisibles de Historia de la Literatura Española del siglo XXI.
Y ahora, aquí estoy, el día de mi cumpleaños, escribiendo un resumen superficial, profundo y necesario de estos diez años, cinco meses y siete días de mi vida que supuso adentrarme en un camino intransitado desde que conocí a Keith W. Rowland; quien, sin ninguna duda, afirmo que aparecerá en los libros de Historia de la Literatura. Antes hará mucho ruido con sus textos más polémicos, aunque su verdadero oro son los cuentos infantiles y relatos, sin olvidarme de Relojes de Acuarela o Laura.
María Isabel Vázquez, editora.
Zaragoza, 7 de abril de 2022