Cuándo escribiste el inicio de Culpable, ¿ya eras consciente del impacto que podría tener en el público? Sí, pero no a los niveles de conexión que tendrá ahora, por la historia de amor entre Inma e Izan. Aunque es cierto, que estaba convencido de que la historia del presidente y de Izan gustaría. Incluso antes de escribir la primera frase, cuando visualizaba las imágenes y cada palabra en mi cerebro, tenía miedo de olvidarme de esa frase y la certeza de ser una historia única.
¿Y en ese momento dónde estabas? Frente al ordenador, revisando Mantis Religiosa.
Te pilló trabajando… Los últimos años de vida los he pasado frente a las pantallas de mi ordenador.
Es una ventaja, ¿no? Sí, porque abrí un archivo de Word y comencé a escribir y a escribir.
He vuelto a incidir en el cambio de fase de folio en blanco a folio escrito, porque me parece superinteresante el proceso creativo en literatura… Tiene su misterio y su magia, porque visualizas la historia en unos segundos, que es un resumen silencio y con fragmentos de conversaciones y fotografías de los acontecimientos más importantes que estructuran la historia. Y a partir de ahí, comienzas a teclear el primer párrafo, líneas de código que soportará toda la novela.
¿Y de la idea original al resultado final? La verdad que hay muchos cambios, el guion de la historia y el esquema técnico con el que escribir Culpable es el mismo: enfoque, tono, ritmo, personajes principales y voces narrativas, escenarios.
¿Y qué es lo que cambia? El desarrollo narrativo, las tramas y profundidad de los personajes, hay más escenarios y personajes, descripciones, referencias culturales…
Ordenar todas esas piezas del puzle tiene que ser muy complicado, ¿no? Si hay oficio, el proceso es natural e invisible; pero también tiene su complejidad. Uno no es consciente hasta que finaliza ese estallido de creatividad y comienza a encajar las piezas. Y durante ese proceso de caos y orden que se establece, hay que trasladar la información al papel, con nuevas lecturas, correcciones y ampliar o modificar párrafos que ya estaban escritos.
¿Y antes de ese estallido de creatividad, cuando no ha escrito ni una frase? Supongo que de modo indirecto y sin ninguna intencionalidad, voy acumulando información y más información, hasta que llega una fase crítica en la que me veo “obligado” a escribir hasta que tengo cientos de páginas que un Word, y hay que comenzar otra fase, ordenar lo que has escrito.
Y día a día, ¿no vas ordenando lo escrito? Sí, claro. Tengo otro Word con un índice. El problema es que al cabo de dos o tres meses o de un año, la novela se ha reducido a una lista con una frase de cada capítulo. Un dato suficiente para ubicarme, pero no me acuerdo del contenido de todas esas páginas. De ahí, que tenga que leer muchas veces la novela.
Uff, qué complicado y tedioso… La verdad que sí.
Es un oficio que requiere años de aprendizaje… Así es, y requiere de muchas lecturas, documentación, análisis comparativo. Y, aun así, escribir una novela es un trabajo largo, áspero y complejo, aunque también es apasionante.
¿Y el interruptor para esa primera visualización de la novela? No sé, supongo que hay un límite de capacidad de almacenamiento, mientras los mecanismos de la creatividad están en modo apagado, hasta que de repente pasa a modo encendido.
¿Y los vectores externos para pasar a modo encendido? Puede ser una noticia que destaca, un comentario de alguien en Twitter, el haber leído un artículo de opinión, una película o ver una entrevista en YouTube.
Muy pocos hombres y mujeres son conscientes de la dificultad que tiene escribir una novela, por eso estoy interesa la fase del folio en blanco al primer folio escrito. Y ya para ir terminando, ¿qué formación debe tener un novelista? Es una pregunta interesante. Mi opinión es que, sin experiencia vital y sin las suficientes lecturas, y no hablo de unos pocos libros, ni de varios cientos de libros, sino de muchísimos libros, documentación, estudio y análisis, que se olvide de escribir, al menos una novela con unos máximos.
Es una respuesta que puede molestar a muchas poetisas y a escritores… Pues seré el autor que menos cualidades innatas tiene para el oficio, porque a mí me ha llevado más de una década desarrollar mis hábitos y destrezas. Sin sumar que en mi adolescencia más tardía ya escribía poemas y en la revista del instituto.
Tener un estilo narrativo tan descriptivo y purista, no se adquiere en unos meses… Exacto. Aun así, quien tiene la capacidad de escribir una novela cuando apenas tiene veintipocos años, lo esperable es que tenga muchas lecturas desde su adolescencia más temprana y muchísima imaginación, Y la verdad es que tiene su mérito, y un futuro sin límites.
Noly Salgado, editora.
Denia, 14 de marzo de 2024