Relojes Antiguos 02, es la segunda parte de la entrevista a Keith W. Rowland, en la que hablará de literatura, filosofía, la familia y del paso del tiempo con Antonio Fernández, uno de los editores de Relieve.
Analizar y estudiar tu trabajo, he llegado a la conclusión de que las páginas que has escrito tienen muchas interpretaciones… Es cierto que Relojes Antiguos tiene muchas lecturas y ángulos, porque es una historia que nos afecta, ya sea la pérdida de un padre o una madre, o de nuestra infancia. A partir de su experiencia vital y percepción de la belleza, el arte y la literatura, quien lea Relojes Antiguos sacará sus conclusiones, o sencillamente se entregará a la lectura.
¿Y el título? Representa el inevitable paso de las horas y de los años. Una evocación al pasado y a la tristeza de esos momentos felices. En las páginas escritas, el protagonista es un niño que se cría sin su madre y entre libros, y llega esa fecha en el calendario que se pregunta por qué tiene que crecer tan rápido y qué ocurre cuando alguien muere.
Nunca he leído un libro que me hiciera llorar y que reflexionar con melancolía… No tengo una certeza absoluta, pero creo que nadie ha escrito unas páginas con ese enfoque, tono, profundidad, formato y tipografía. Tenía que ser una puesta en escena que fuera realista, y que transmitiera la gratitud, el sufrimiento y la soledad del niño y de su padre hasta un nivel de dramatismo que hiciera estremecerse a quien lea esas cartas.
Y lo has logrado… Desde el principio supe que lo conseguiría, pero al final con las pausas, lecturas y correcciones, he mejorado los primeros borradores de Relojes Antiguos.
Mucho esfuerzo, lecturas y análisis… Ha sido un éxodo intelectual y humanístico para lograr los conocimientos a los que nunca había tenido acceso hasta que comencé Relojes Antiguos. Significa que tuve que aislarme para escribir desde la tragedia y la desolación; después vendría el pulido de los textos. Mi angustia por lograr una narración y sintaxis perfecta o un vocabulario y formato correcto hizo que me replanteara mi oficio. Lo mismo me ocurrió con Laura.
¿Y el motivo? Tuve que aprender a escribir en primera persona para que las cartas tuvieran una apariencia real y a la vez literaria. Y no es fácil, te lo aseguro.
Tiene que ser complicado… Las distintas voces de los protagonistas cuando escriben su carta y su posicionamiento o rol en la familia. Esos registros lingüísticos y dramáticos que son muy difíciles de conseguir, porque quien está leyendo tiene que tener la percepción de que es una historia real.
Supongamos que no he leído Relojes Antiguos, ¿qué más puedes decirme? Las cartas las han escrito por cuatro personajes entrañables, un ratoncito de biblioteca de más de cien años, Coco, que ya no vive en el Barrio Sésamo, el niño y su padre. Esos cambios de registro eran un problemón junto a las distintas tipografías, que tenían que reflejar a cada personaje; y al final lo logré.
La música influye mucho en la percepción de las cartas cuando las lees, ¿no? Así es, porque crea un escenario mucho más intimista y dramático para quien las tenga entre sus manos, hasta que no puedes evitar las lágrimas.
Al leer el libro con sus análisis y establecer un debate en la editorial, me atrevería a decir que no es una historia de ficción, sino que hay una estructura narrativa que indica que esas hojas escritas son parte de tu biografía y de tu futuro, ¿estoy equivocado? En absoluto, incluso sin las notas del autor, cualquiera que se adentre en la historia, admitirá que es una biografía amplificada de Rowland y su forma de percibir la vida y la muerte o el transcurrir de las horas.