Relojes Antiguos 07, es la parte siete de la entrevista a Keith W. Rowland, en la que hablará de literatura, filosofía, la familia y del paso del tiempo con Antonio Fernández, uno de los editores de Relieve.
Vayamos a otra zona íntima de Rowland. ¿Trabajas sobre papel o con un teclado y una pantalla? Soy un escritor digital, y es la forma de trabajar más eficiente que conozco. Apenas hay vestigios de aquellos años analógicos que cimentaron mi formación académica y artística, visitando bibliotecas públicas y comprando libros y enciclopedias para construir mi refugio.
Antes de profundizar, ¿lees libros en papel o libros digitales? En papel.
¿Y eso no se contradice con tu anterior afirmación? No, porque son dos soportes muy diferenciados. A los libros de papel, mientras leo, los puedo subrayar y tomar notas junto a una libreta, es parte de mi formación. Por el contrario, el proceso para documentarme lo hago a través de Google y de otros buscadores más especializados.
¿Y qué me puedes decir de ese autor digital? Que escribe cualquier texto con un teclado ultraplano y dos pantallas de 32 pulgadas. Un chaval que en su adolescencia más tardía no se imaginaba que un futuro lejano tendría todas las comodidades que la tecnología le ofrece en la actualidad.
¿Te sientes un privilegiado? Me siento un privilegiado por vivir un futuro tecnológico que es el aquí y ahora. Avances que ni los más visionarios pensarían en 1985 que en la actualidad tendríamos inteligencias artificiales con pequeñas limitaciones capaces de dibujar y crear textos complejos, impresoras láser y de 3D, móviles y aplicaciones de mensajería instantánea o de videollamadas.
Aunque lo más sorprendente, es que vivimos en una época extraordinaria en la que el acceso a todo el conocimiento de la humanidad está al alcance de cualquier persona desde su hogar. Reconozco que sin esa tecnología y todas las posibilidades que ofrece, jamás hubiera escrito todos los cuentos, libros de poemas, relatos y novelas que editorial Relieve ha subido a la web e irá subiendo.
Después de ese alegato de agradecimiento, tienes que contestar a la siguiente pregunta: ¿Cuál es tu forma de trabajar cuando escribes una novela? Una vez tengo el primer impulso y he escrito en ese nuevo archivo de Word, el título, las páginas de presentación y el primer capítulo, continúo escribiendo hasta el final. Trabajo mañana, tarde y noche. No hay una ruta determinada en el desarrollo narrativo, voy escribiendo sin saber las distintas derivadas de la trama y de sus personajes (aunque sí hay una estructura básica y puntos de referencias).
Es una escritura intuitiva y a la vez muy formal (búsqueda de información, análisis, tomar apuntes, buscar palabras, hacer esquemas, líneas cronológicas o contrastar las fuentes…) Por ejemplo, escribir Culpable está siendo una aventura apasionante, en la que he escrito capítulos que hace ocho meses hubiera dicho que no encajarían en la novela.
A no ser que interrumpas tu proyecto por otro proyecto, ¿no? En esta fase final, ya no hay pausas, ni interferencias hasta que no termine Culpable.
¿Has logrado controlar tus impulsos creativos? Podría decir que sí.
Yo veo un problemón, ¿tú no? Es un obstáculo negativo si no gestionase bien toda la información que voy asimilando cada día. Y reconozco que me tengo que vigilar y decir tranquilo, céntrate en un solo objetivo. En ese sentido, sí que he mejorado. El problema es cuando tengo ante mí un proyectazo que no puedo dejar escapar, es cuando tengo que hacer una pausa, para desarrollar las primeras fases de ese nuevo proyecto. Es complicado explicar el mecanismo que oculta mi CPU. La diferencia es que antes no tenía un calendario con fechas marcadas para la publicación de los libros de Rowland.
¿Y el ritmo de escritura de una novela o de un cuento? Algunos días termino cinco páginas, otros diez o quizá alguna más. Depende si hay diálogos, pero el procedimiento siempre es el mismo: escribir todos los días hasta que finalizo la historia. Después vienen las lecturas y correcciones…
¿Cuánto tardaste en escribir Relojes Antiguos? La verdad que no me acuerdo con exactitud, pero no más de un mes. El primer borrador tenía más cartas, pero al final las he quitado para el segundo libro.
¿Un segundo libro? La idea es publicar una trilogía.
¿Y los títulos? Tinta y Papel es el segundo libro, y está ambientado en el colegio del niño.
¿Y el tercer libro de cartas? Juguetes de Madera. Son cartas y anotaciones del niño cuando ya es papá y encuentra más correspondencia entre su padre, que también ha fallecido y su madre…
¿Y por qué tres libros de cartas? Porque la historia se hizo más compleja y extensa, con más personajes y mensajes de gratitud… Reconozco que es un defecto que tengo, y es ampliar las historias.
No es defecto, es una virtud porque surge de forma natural, no forzada… Es cierto, nunca he escrito por obligación.
En otra entrevista, volveremos a hablar de esa trilogía, ahora nos centraremos en Relojes Antiguos, me ha comentado Noly Salgado que escribes con música, ¿es cierto? Todos los cuentos, libros de poemas, relatos y muchas novelas han surgido en un contexto musical. Los textos de prosa poética de Mantis Religiosa y de Culpable, también los he escrito con música.
¿Y por qué no escribes en silencio? Digamos que es aburrido. No sé, la música me aísla y hace posible que mi cerebro esté hiperconectado, por lo que en términos narrativos y de creatividad es un trabajo mucho más eficiente en tiempo y resultados, consigo textos más realistas y emotivos.
¡Vaya! Cuando estaba escribiendo Corazones de madera o El Pequeño Data, que son unos de mis cuentos favoritos, gracias a la música que escuchaba, estaba en ese bosque o en esa habitación en la que vivía un niño que nunca tuvo padres, un pequeño androide que había sido creado por un viejo filósofo y experto de robótica.
Entiendo. Y supongo que, para distintas escenas, distinta música, ¿no? Así es.
¿En Culpable también hay escenas románticas? Sí.
¿Y el lenguaje utilizado? Intento que sea un lenguaje poético que suele entrañar alguna dificultad para quien lea esos textos, pero sin ser cursi; detesto la frivolidad. Para mí, cada palabra y frase de un párrafo tienen que ser píxeles y sonidos aislados, que al encajarlos formen una película en alta resolución con una acústica envolvente.
¿Quién te ha enseñado a escribir así? Desde Lorca y Julio Llamazares, hasta Antonio Muñoz Molina y Ana María Matute. Sin el estudio de sus páginas, jamás hubiera escrito poesía ni prosa poética. De ahí viene la profundidad y el humanismo de mi técnica, las descripciones y el vocabulario. Son decenas de profesores y profesoras de los que he aprendido con asombro y humildad, invirtiendo miles de horas en sus textos, y desde aquí les doy las gracias.