La novela de Rowland provocará placer y dolor en su protagonista involuntario. Sensaciones contradictorias que un sociópata sabe gestionar, a través de una convergencia de estímulos opuestos que activará su ego; y a la vez, le provocará heridas que no cicatrizarán. Se sentirá elogiado y confuso. Reaccionará entre la ira, la indiferencia y la exaltación hacia el autor de su biografía no autorizada. Sus frases silenciosas que derivarán en reflexiones y curiosidad serán un secreto que morirá con Pedro S. Castejón.
Y cuando el presidente sonría y aparte sus lágrimas al mirarse en el espejo de la tristeza y la humillación, admitirá que las páginas que le ha escrito el autor de Culpable, es su presente y futuro. Se sincerará consigo mismo al contemplar a un frágil miserable titiritero, que resiste en la intemperie de un largo invierno, que terminará dentro de unos años con una sociedad más abnegada, analfabeta y fanatizada. Una sociedad empobrecida y sin esperanza, que contemplará las tierras de cultivos quemadas y el agua de los ríos envenenada. Por lo tanto, para compensar una parte de nuestras desgracias, les recomiendo que lean Culpable.
Antonio Fernández, editor
Granada, 11 de enero de 2024