No recuerdo el día exacto de aquella primera semana de octubre de 2021, cuando Arturo Pérez-Reverte estuvo en El Hormiguero, y trazó los orígenes de Culpable. Allí hablaría del presidente de España, Pedro S. Castejón, asegurando que era y es un asesino de asesinos, un ideólogo cruel y ambicioso; pero también lo etiquetó de arrogante y cínico. En el Pérez-Reverte veía los atributos narrativos y políticos de un protagonista que posee un poder absoluto similar al de la Florencia del Renacimiento; comparándolo con los personajes más complejos y atormentados de Shakespeare.
Aquellos adjetivos y su conclusión final, en la que aseguraba que era un hombre interesante para un novelista, hizo que todo mi sistema operativo se reiniciara. Las palabras de aquel viejo reportero de guerra y académico, fueron los inputs que necesitaba para darle un giro inesperado a mi oficio. Volví a ver ese clip de la entrevista y uní los puntos que tenía dispersos en mi mente para dotar de mayor resolución todos los fotogramas que habían pasado delante de mí, y me dispuse a escribir la novela que tenía visualizada en mi CPU.
En los primeros días de en enero de 2022 abrí una nueva carpeta para Culpable. Mi decisión tenía un retardo de varios meses ya que no veo ningún programa de televisión, y las únicas referencias que tenía de aquellas polémicas declaraciones eran los artículos que se publicaron en la prensa digital. La verdad, que en ese momento no le di más importancia. Ni siquiera vi los vídeos de la noticia, hasta que decidí ver y oír esa secuencia de imágenes que no tenían desperdicio.
A partir de ese momento, inicié la primera fase de un proyecto, que se ha convertido en una trilogía apasionante y reflexiva. En esas páginas hablo de la amistad y la familia, el sufrimiento y la soledad, el amor y la violencia, la lealtad y la justicia tal y como la percibe Izan. Reflexiono sobre la vida y la muerte, el paso del tiempo o lo qué nos define para que seamos únicos. Cientos de páginas que he escrito con pasión y sin descanso.
Desde aquí, una vez más, le doy las gracias a Arturo Pérez-Reverte por sus consejos y aportaciones indirectas, que hicieron posible que escribiera esa primera frase de una novela que ha cambiado mi forma de narrar y mi presente. Por extensión, y para que no se ofenda el afectado, también le doy las gracias al presidente de España, sin él, tampoco hubiera escrito Culpable.
Atentamente, Keith W. Rowland
Salamanca, 19 de enero de 2024