Los orígenes literarios del ratoncito de los dientes se remontan a la Edad Media. Aunque en la antigua Roma ya existía rituales y narraciones ancestrales, creadas para que la pérdida de un dientecito no fuera un drama para los más pequeñajos. Varios siglos más tarde, con la caída del Imperio Romano, las leyendas y cuentos orales acerca de una criatura mágica que protegía a los niños y sus dientecitos de leche, no se perderían. Ya fuera por el clima y tradiciones culturales, en el sur de Europa o en Alemania, Hungría o Letonia, la criatura encargada de cuidar de los dientes de los más pequeños, sería un ratoncito. En los países anglosajones y nórdicos, quien protegería a los niños sería un hada.
Ahora entenderéis la enorme responsabilidad que tuvo Rowland cuando decidió escribir un cuento infantil en el que el protagonista era el ratoncito de los dientes. En España, Luis Coloma, un jesuita al que le encargaron una pequeña obra de teatro para un niño de ocho años, que se llamaba Alfonso XIII, sería quien recopilara la tradición oral de algunos países del sur de Europa, y escribiera un cuento que es un clásico de las letras españolas.
A partir de la publicación de su relato infantil, Luis Colma, trazaría toda una tradición literaria que perdura hasta nuestros días. Por lo tanto, Rowland ha escrito una nueva versión de uno de los cuentos y leyendas que más ha influido en la cultura popular de Occidente. Una narración, con diálogos profundos y divertidos que se sostiene con una estructura de oscuridad y silencio, al mostrarnos a un niño huérfano y a su madre.
Teresa Fuentes, editora
Zaragoza, 7 de febrero de 2024